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Felices fiestas y felices sueños

Cuando el mejor regalo navideño es que tu hija te diga «mamá» en Nochebuena…

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Per Roger Tallada

Gold Dust by Tori Amos:

El sol pasando entre las hojas de los árboles, tirados en el césped de un parque de Vitoria, reflejándose en tu cara y en tus ojos cuando me miras y sonríes y me coges la mano. Siento un amor inmenso y tranquilo y quieto. Jamás me he sentido tan feliz.

El día que ella llegó, la experiencia física más intensa que haya experimentado nunca. El dolor se convierte en una revelación de mi fuerza. La abrazo y no soy capaz de figurarme cuánto voy a amar a esa cosita. Jamás me he sentido tan satisfecha conmigo misma.

La vida es polvo de oro que se nos escurre entre los dedos. Saborea cada motita.

¡He vuelto! Más o menos…

Hace más de seis meses que no daba señales de vida y creo que si miran la entrada anterior a esta comprenderán el motivo. Sí, lo sé, no es del todo excusa pero ahí lo tienen… Soy madre, qué cosas.

Un bebé de dos meses y medio ocupa casi cada minuto de mi tiempo. Día y noche. Por mucho que los que ya son padres te adviertan de la que te espera nunca puedes hacerte una idea de lo que es hasta que llegas a casa del hospital con esa cosita indefensa sin saber muy bien qué hacer con ella. Por mucho que leas, por mucho que te informes, por mucho que te expliquen… eres madre pero no tienes ni puñetera idea de qué se supone que se espera de ti. Así qué improvisas, sigues tu instinto y procuras que no le falte alimento ni cariño, que duerma de vez en cuando y no tardas en cambiarla cuando se ensucia. Y así, muerta de sueño y de cansancio, vas tirando y lidiando con lo que se presente.

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Por lo que se ve no lo estamos haciendo del todo mal porque la peque crece y nos sonríe. Pero seguimos sin tener ni idea, hacemos lo que buenamente nos parece mejor. No hay manuales infalibles para estos casos, me temo.

Tampoco con lo que te cuentan sobre cómo «te cambia la vida» y pasa a ser tu prioridad número uno puedes llegar a hacerte una idea. Todo lo que te dicen multiplícalo por 10. Y te quedas muy muy corto.

Nunca me han entusiasmado los bebés. Nunca había cogido en brazos a ninguno, no me hacía especial ilusión como a otra gente. Por eso no tenía muy claro hasta hace poco si quería tener hijos. Pero ¿cómo iba a perderme tamaña aventura? ¿Cómo iba a renunciar a experimentar algo tan grandioso? Me gustan los niños, pero cuando ya son lo suficientemente grandes como para interactuar y jugar y entender lo que les dices. Nunca había cogido a un bebé. No sabía qué pasaría cuando el bebé fuera el mío, si sabría hacer lo necesario, si sería buena madre. Lo que no imaginaba siquiera es que toda la vida me haré esa pregunta.

Cuando me pusieron encima a esa cosa resbaladiza por la que llevábamos esperando tantos meses, que se movía convulsa y empezaba a llorar porque la había hecho salir de su mundo seguro y feliz sentí muchas cosas intensas, pero no amor instantáneo. Nunca he sido tampoco de enamorarme a primera vista, a mí se me enamora poco a poco. Y ella me tiene ya completamente enamorada, un amor tan grande e incondicional que nunca me creí capaz de sentir, pero ha ocurrido cuando nos hemos ido conociendo. Antes de llegar a interactuar demasiado conmigo ya era el amor de mi vida y el bebé más adorable del universo. Y ese amor, que crece y se expande y lo impregna todo y rebota hacia su padre cuando los veo juntos, no se parece a ningún otro que ni siquiera pudiera imaginar.

Así que inauguro nuevas etiquetas y nueva categoría en el blog y cuando la princesa me deje un minuto libre o cuando, como ahora, duerma pacíficamente encima de mí, intentaré explicar mis nuevas experiencias en esta aventura a la que nos hemos tirado de cabeza y sin red salvavidas.

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Este año, pese a crisis o malos augurios, va a ser muy especial para nosotros… Os deseo que sea igual de emocionante para vosotros.

My Blueberry Girl

Ladies of Darkness, and Ladies of Never- You- Mind,
this is a prayer for a Blueberry Girl.

First: May you ladies be kind.
Keep her from spindles and sleeps at sixteen;
Let her stay waking and wise.
Nightmares at three, or bad husbands at thirty;
These will not trouble her eyes.

Dull days at forty, false friend at fifteen;
Let her have bright days and truth.
Let her go places that we’ve never been;
Trust and delight in her youth.

Ladies of Grace, and Ladies of Favour,
and Ladies of Merciful Night,
this is a prayer for a Blueberry Girl,
Grant her your clearness of sight.

Worlds can be worrisome, people complex;
Motives and manners unclear.
Grant her the wisdom to choose her path right,
Free from unkindness and fear.

Let her tell stories, and dance in the rain,
Somersault, tumble, and run;
Her joys must be high as her sorrows are deep,
Let her grow like the weed in the sun.

Ladies of Paradox, Ladies of Measure,
Ladies of Shadows- That- Fall;
this is a prayer for a Blueberry Girl,
Words written clear on the wall.

Help her to help herself, help her to stand,
Help her to lose, and to find.
Teach her we’re only as big as our dreams,
show her that fortune is blind.

Truth is a thing she must find for herself,
precious, and rare as a pearl;
Give her all these, and a little bit more,
gifts for a Blueberry Girl.

NEIL GAIMAN

 

Hay épocas en las que todo parece salir mal. Y luego llegan épocas mejores. La vida consiste en esa balanza.

Deseando sumergirme en las aguas turquesas de las calas vírgenes de Menorca…

The interrupters

La violencia no se detiene con violencia. La violencia sin sentido que crece en las calles de los barrios pobres de Chicago y que mata a jóvenes afroamericanos o hispanos de pandillas rivales por una discusión acerca de una deuda de cinco dólares o la bala perdida de un tiroteo entre traficantes de crack que mata a un niño que jugaba en las escaleras del porche de su casa no se detiene con la intervención policial o la cárcel o los centros de menores.

Esa violencia que sesga vidas que se hunden en una espiral de abusos, drogas, delincuencia sin remedio, como la que nos mostraban en la fabulosa serie The Wire, necesita instrumentos más afilados que la detengan. Necesita intervención desde dentro porque es una epidemia, actúa como una enfermedad infecciosa, que se extiende exponencialmente y de un individuo a los que están más cercanos y de cada uno de esos a otro grupo más ámplio.

Y ahí es donde intervienen The Interrupters (los interruptores) que es como titula el documental a los miembros de CeaseFire, una asociación sin ánimo de lucro dirigida por un epidemiólogo y cuyos métodos consisten en tratar esa violencia tal y como se trataría a una epidemia vírica: aislar y tratar a los elementos más infectados y a su entorno para cortar el contagio desde su origen. Los interruptores son todos ellos antiguos «contagiados» que consiguieron salir de esa rueda de comportamiento autodestructivo y que ahora quieren ayudar a otros miembros de su comunidad a alcanzar una vida mejor.

Un documental apasionante, emocionante y duro pero lleno de esperanza que hay que ver.

My So Called Life

En el ’94 yo era lo que hoy en las películas sería la rara del instituto: con mis libros a todas partes, vistiendo jerseys o camisas de cuadros tres tallas más grandes, sombreros, botas militares, corbatas o una gabardina larga y negra que yo creía que me daba un aire extremadamente misterioso, sobre todo cuando ondeaba al viento. Vale, quizá yo era la única que lo creía y los demás pensaban más bien que era ridícula, pero ¡demonios, cómo adoraba aquella gabardina!

Y llegó una serie que, de alguna manera, lo cambió todo.

Una serie sobre la que después no he oído hablar demasiado, pero que por aquel entonces ganó varios premios y que a mí me ganó por completo con una sola temporada de 19 episodios. Se llamaba My So Called Life (tradujeron Es mi vida). La recuerdo como bastante más interesante que la media de series de adolescentes en el instituto. Me identifiqué completamente con su protagonista, Angela Chase (Claire Danes) por varias razones: a mí también me volvía loca Jordan Catalano (interpretado por Jared Leto), también era tímida y poco «popular», estaba intentando buscarme a mí misma, crecer y salir de mi burbuja y, casi lo más importante, también teñirme el pelo de rojo fue como una manera de mostrar al mundo mi nuevo yo, con más confianza en mí misma y tan osada por fuera como me sentía por dentro. O algo así pretendía. Quizá los demás pensaban que mi pelo rojo fuego era ridículo pero para mí era (y es, porque aún sigo siendo pelirroja) algo más que un color de tinte.

Creo que siempre andamos buscándonos a nosotros mismos e intentando mejorarnos, no somos nunca una cosa fija o definida. Aunque de adolescentes creamos que los mayores ya han conseguido encontrarse, en realidad sólo llevan mucho mejor la búsqueda.

Angela: People are always saying you should be yourself, like yourself is this definite thing, like a toaster. Like you know what it is even.

El señor William Finch estuvo tres días , mañana y tarde, en la buhardilla ventosa y oscura.

Durante tres días , a fines de noviembre, estuvo allí sintiendo cómo los copos blancos del tiempo caían del cielo infinito y acerado, unos copos blandos, silenciosos, que emplumaban el tejado y empolvaban los aleros. Allí estuvo tres días con los ojos cerrados. Había suspiros y tormentos, que dolían alrededor. Mientras ,el señor Finch aspiraba los exquisitos perfumes secos y palpaba los antiguos legados.Escuchando abajo, su mujer, Cora, no lo oía caminar, ni moverse, ni estremecerse.

Cuando el señor Finch bajó deprisa a la hora del almuerzo, les sonrió a las paredes inhóspitas, a los platos resquebrajados, a la platería rayada, y hasta le sonrió a su mujer.

-¿Por qué tanto entusiasmo?- preguntó Cora

-Buen humor, nada más. Un humor excelente- rió el señor Finch.

Parecía casi histérico de alegría. Estaba hirviendo en un gran aroma , dificil de ocultar.

-¿A qué hueles?

-¿Oler?

-Zarzaparrilla- dijo Cora con aire suspicaz- ¡ Eso es!

-Mmm…¡Imposible!

La histérica felicidad del señor Finch cesó bruscamente, como si su mujer la hubiese apagado. Parecía aturdido, turbado , y de pronto muy cauteloso

-…Estuve limpiando la buhardilla…

-¡Holgazaneando!

La mujer lo miró friamente

-Cora…¿sabes qué son las buhardillas? Son máquinas del tiempo… y ahí dentro los viejos tontos como yo pueden retroceder cuarenta años hasta una época en la que era siempre verano y los niños asaltaban el carro del hielo. ¿Recuerdas su sabor, Cora?. Tú lo guardabas en el pañuelo… -Cora se impacientaba. El señor Finch entornó los ojos.- Es un sitio amable, donde hay mucho Tiempo, y si uno se queda de pie en el centro mismo de la buhardilla, entonces huele el pasado, y extiende las manos para explorar los días de antes, bueno, entonces….

El señor Finch se detuvo, advirtiendo que había hablado en voz alta. Cora comía deprisa sin apenas escuchar.

-¿No sería interesante viajar en el tiempo?- preguntó – Antes… siempre era verano… Metafóricamente hablando…

-Bla- dijo Cora- Bla,bla. – Y luego: – Bla.

El señor Finch trepó a la buhardilla por la larga y fría escalera, tiritando. Levantó la trampilla . Y he aquí, que un polvo de verano flotó en el aire. El señor Finch cerró la trampilla lentamente, sonriendo.

A las cinco de la tarde, el señor Finch reapareció llevando un sombrero de paja y oliendo a heno fresco

-Lo encontré en un viejo baúl.

Cora olió.

-No huele a naftalina. ¡Parece nuevo!

-Mmm, no creo.. ¿No sería hermoso dar un paseo de domingo . Como hacíamos antes , tú con la sombrilla de seda y el vestido largo y sentarnos luego en la heladería y pedir dos zarzaparrillas?

-La comida está lista, quítate esa cosa horrible

-¿No te gustaría, Cora?

Cora salió de la cocina y se sentó en la sala. La nieve caía ahora rápidamente. Cora oyó que el señor Finch subía de nuevo la escalera.

A eso de las nueve de la noche Cora oyó que su marido la llamaba

-¡Cora!

Cora subió al piso alto. El señor Finch asomaba la cabeza sonriente. Agitó el sombrero

-Adios Cora, lo estuve pensando durante más de tres días y te digo adios

-Baja de ahí, imbécil

Él tendió hacia abajo una mano ansiosa.

-Por última vez, Cora ¿quieres venir conmigo?

-Lo que voy a hacer es sacarte de ése lugar mugriento. Alcánzame la escalera.

-Adiós -dijo el señor Finch.

Agitó la mano dulcemente . Luego el rostro del señor Finch desapareció

-¡William!-. gritó Cora.

La buhardilla estaba oscura y silenciosa. Cora vió entonces entrevierta la ventana al fondo  Una escala colgaba fuera de la ventana y descendía hasta el tejado de un porche. Cora se apartó bruscamente de la ventana. Afuera resplandecía el follaje claro de los manzanos, caía la cálida tarde de un mes de julio, y al fondo se oían los fuegos de artificio y unas risas distantes.

Cora cerró bruscamente la ventana y se tambaleó.

-¡William!

La luz invernal de noviembre se filtraba en la buhardilla y la nieve susurraba de nuevo contra los cristales.

 

Ray bradbury (22 de agosto de 1920 – 5 de junio de 2012)

 

Espero, Maestro, que se encuentre en un sitio amable, donde hay mucho Tiempo  y se suceden los paseos bajo la sombra de los árboles en las cálidas tardes de un verano eterno. Hasta siempre y gracias.